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domingo, 31 de marzo de 2013

Ha fallecido la Dra. Montserrat Casas Ametller, Rectora de la Universitat de les Illes Balears


Ha fallecido la Dra. Montserrat Casas Ametller, Rectora de la Universitat de les Illes Balears. Los lectores de este blog se preguntarán qué relación tiene la Dra. Montserrat Casas, Montse, con el Derecho Internacional Privado, o con el mundo del Derecho en general. Pues ninguna directa y por ello pido disculpas por la libertad que me he tomado al dedicarle un post a Montse, pero es un tema personal. Montse no sólo era la Rectora de mi Universidad, sino que para mí era (y siempre será) "mi" Rectora, porque yo fui "su" Secretario General durante cuatro años, del 2007 al 2011. Pocas cosas hay que unan más en la vida de la universidad que haber compartido con una persona las complicadas tareas de gestión universitaria, y quienes integramos, y quienes continuaban integrando en la actualidad, el Consejo de Dirección de la Universidad tuvimos la suerte de poder compartir con Montse el día a día de esa difícil gestión.

Podría decir que Montse era una brillante Catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear, una de las escasísimas mujeres que lograron por méritos propios llegar a esa categoría docente en esa área de conocimiento. O que Montse fue cocinera antes que fraile, desempeñando antes de ser Rectora diversas responsabilidades, entre las que destacaría el haber sido la primera persona que ocupó el cargo de Síndica de Greuges (Defensor Universitario) de mi universidad. O que Montse fue la primera mujer en ocupar el cargo de Rector de la Universitat de las Illes Balears, y me enorgullece haber contribuido a ello. O que desde su llegada al Rectorado formase parte de la Comisión Permanente de la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas), desempeñando en la actualidad el cargo de Vicepresidenta de esa institución. Y muchas más cosas, pero todo esto es información que conforma el currículo "profesional" de Montse y es fácilmente accesible a través de Internet. Ahora bien, al haber trabajado con ella, y bajo su liderazgo, durante cuatro años me gustaría resaltar su vertiente humana, aquellos rasgos que suelen quedar ocultos por el cargo, pero que dan la auténtica medida de una persona.

Creo que cualquiera que haya tratado con Montse destacaría en ella dos cosas: su brillantez intelectual y su inmensa capacidad de trabajo. Desempeñar el cargo de Rector de una universidad (lo digo para quienes no han tenido la ocasión de conocer de cerca las entrañas del cargo) es una tarea muy compleja y que exige una gran dedicación personal. Un Rector debe conocer y comprender "todos" los problemas del mundo universitario, lo que no deja de ser complejo, pues las preocupaciones de los distintos Departamentos y Centros de una Universidad son muy diferentes entre sí. Ello le obliga a tener que estar informado de todo lo que se cuece en el ambiente universitario, y ya sabemos que la capacidad de sus miembros para generar problemas es infinita, especialmente por parte de quienes jamás han tenido responsabilidades de gestión universitaria y que adolecen de la experiencia, de la visión global y, a la larga, de la tolerancia que proporciona un cargo. Pues bien, siempre me ha maravillado el conocimiento que Montse poseía de los más recónditos entresijos de la Universidad. En las reuniones del Consejo de Dirección o del Consejo de Gobierno de una universidad se tratan los asuntos más variopintos y de muy diversa procedencia, lo que jamás fue óbice para que Montse tuviese información, y opinión fundada, sobre los temas que iban surgiendo. Por ejemplo, recuerdo que en las sesiones del Consejo de Gobierno en las que se discutían los presupuestos de la Universidad (tema siempre conflictivo para un Rector), Montse conocía perfectamente el qué y el porqué de cada una de las partidas, como si el proyecto de presupuestos lo hubiese elaborado ella personalmente. Pero no había que engañarse, ello no era fruto de la casualidad sino de una preparación minuciosa hasta la extenuación, en la que se reunía en multitud de ocasiones con los responsables de su elaboración para comentar con ellos los diversos aspectos del proyecto, sin olvidar los montones de apuntes que había ido recogiendo en sus inseparables libretas durante las discusiones en el seno del Consejo de Dirección o en las reuniones con los miembros de su equipo. Recuerdo las libretas de Montse. Asistiese a una reunión o celebrase una entrevista, siempre iba pertrechada con la libreta de turno, en la que anotaba todo lo que se decía para después recordarlo o verificarlo. Nada se le escapaba. Personalmente, me preguntaba para qué anotaba tanto si después era capaz de recordar el detalle más nimio o la conversación más intrascendente. A mí me desconcertaba su memoria, puesto que yo, como Secretario General, asistía de principio a fin a las sesiones de Consejo de Dirección y levantaba acta de lo tratado y, sin embargo, muchas veces era incapaz de recordar lo que se había dicho en relación con el tema "X" durante la correspondiente reunión del Consejo de Dirección que se había celebrado hacía meses. Sin embargo Montse podía recordar perfectamente lo que se había hablado e, incluso, quién lo había dicho. Me maravillaba igualmente cuando en ocasiones un Vicerrector exponía en un Consejo de Dirección un complejo problema y antes de concluir su exposición Montse ya había captado el problema y estaba aportándole soluciones, mientras yo todavía empezaba a enterarme de qué iba la cosa.

Aunque pueda parecer paradójico, no siempre quien ocupa un cargo de gestión toma las decisiones propias de su responsabilidad. Hay quien quiere el cargo (para cobrar, por simple honor, por vanidad, para reducir su dedicación a la docencia,...) pero huye de las cargas propias del cargo; fundamentalmente, tomar decisiones que pueden ser molestas o que pueden generarle problemas. Es decir, no quieren servir al cargo sino servirse del cargo para sus intereses personales. Pues bien, eso jamás sucedió con Montse. Nunca eludió su responsabilidad ni huyó de tomar decisiones, por molestas que fuesen y al margen de los problemas (en ocasiones de no poca entidad) que pudieran generarle. Y eso es muy de agradecer, porque si el Rector no está por la labor, los miembros de su equipo se retraen y dejan de tomar las decisiones correspondientes a su ámbito. Como Secretario General siempre me sentí respaldado por Montse y creo que lo mismo podría afirmar cualquier miembro de su equipo de dirección. Es más, cuando alguno de nosotros tomaba una decisión en el ámbito de su competencia y esta era problemática, Montse siempre daba un paso adelante y asumía la responsabilidad; incluso, si llegaba a ser necesario, se disculpaba ante quien correspondiera. En ocasiones, yo le decía que se dejase de tanta disculpa, pues quien manda se equivoca, que los errores van en el cargo y que a toro pasado todo el mundo sabe cuál era la mejor solución al problema. Bromeando, le decía que todavía tenía mentalidad de Defensora Universitaria. Pero ella, con buen criterio, jamás me hizo caso y continuó disculpándose ante quien correspondiera y las veces que hiciera falta.

He aludido antes a su gran capacidad de trabajo. Los Consejos de Dirección se solían, y se suelen, celebrar los martes a partir de las 10 de la mañana. Pues bien, no era raro que Montse hubiese viajado a Madrid en avión el domingo anterior por la tarde, para atender los distintos compromisos que desde las primeras horas del lunes tenia en esa ciudad: una reunión de la Comisión Permanente de la CRUE y, a continuación, una reunión con algún responsable del Ministerio. El lunes por la tarde viajaba de regreso a Palma, donde llegaba a última hora de la tarde. Del aeropuerto iba directamente a su despacho de la Universidad, donde se pasaba dos o tres horas resolviendo los temas que habían surgido durante sus horas de ausencia y que Marisa, su eficiente secretaria, le había dejado preparados. Superadas las 10 de la noche se iba a su casa, donde continuaba preparando algunos de los temas que al día siguiente tenían que ser abordados en el Consejo de Dirección; y no era raro que esa noche se despertase durante la madrugada y se pusiera a repasar temas pendientes --los problemas en un cargo de responsabilidad no tienen fin, y si en un día de suerte logras resolver tres cuestiones luego descubres con desazón que ese día han entrado cuatro o cinco nuevos--. Finalmente, el martes, entre las 8 y las 8:30 hrs. de la mañana ya volvía a estar en la Universidad, para atender alguna entrevista o celebrar alguna reunión antes de presidir el Consejo de Dirección de la semana. Para quien no lo sepa, la sola visión de la agenda de un Rector produce estrés. En un día de despacho normal celebra varias reuniones, recibe a personas de la más variada procedencia (y Montse atendía siempre a todo aquel que le pedía una cita), despacha con miembros de su equipo y entre dos citas muchas veces tiene que atender cuestiones imprevistas. Su jornada se sabe cuándo empieza pero no cuándo acaba, ni donde puede acabar, porque a lo mejor ha surgido un tema urgente de última hora que le obliga a viajar ese día a otra ciudad. Cuando fui Secretario General no era raro tener que pedirle a Marisa, su secretaria personal, que intentara colarme cinco o diez minutos entre dos entrevistas o reuniones de la Rectora para comentarle un tema (por supuesto, urgente) de última hora. Era muy frecuente que Montse nos telefoneara a los miembros de su equipo, para despachar con nosotros temas pendientes, mientras se desplazaba en el coche oficial a una reunión, o mientras estaba en el aeropuerto esperando un vuelo, o desde un taxi. Yo siempre he sido madrugador y mientras fui Secretario General solía llegar a mis despacho sobre las 7:30 hrs. y como Montse conocía este vicio mío, muchas veces antes de las 8 de la mañana me llamaba al móvil y me decía que iba camino de la Universidad y que al llegar iría directamente a mi despacho (o al llegar pasaba directamente por mi despacho sin previo aviso), pues quería comentar un tema conmigo y con el Jefe de la Asesoría Jurídica de la Universidad.

Montse era muy exigente consigo misma y, por ende, con todos los que le rodeaban. Ella no se permitía errores y trabajaba como la que más, por eso le molestaba la desidia, el trabajo mal hecho o a medio hacer, y la mediocridad. Pero a pesar de esa primera impresión de "dureza" que podía llegar a transmitir, era una persona profundamente entrañable. La recuerdo cuando despachaba en privado con ella, a veces incluso después de haberle tenido que informarle de un "marronazo" que nos había caído encima y que era suficiente para amargar el día a cualquiera, al finalizar siempre tenía un detalle humano: me comentaba algo que le había pasado, me preguntaba por la familia o por mí, para acabar siempre con la misma frase (¡parece que la estoy oyendo!): "Moltes gràcies Secretari General per la feina feta" (muchas gracias Secretario General por el trabajo que has hecho). Se dirigía a mí en el tono impersonal del cargo porque yo me dirigía a ella como "Rectora" y casi nunca como Montse. Opino que cuando una persona ocupa un cargo de gran responsabilidad en el que tiene que tomar decisiones importantes, que afectan a personas, activa un mecanismo mental de defensa que consiste en intentar distinguir los actos que toma como cargo y los que toma como persona normal y corriente, pues los primeros vienen impuestos por su responsabilidad institucional y posiblemente no los adoptaría como persona privada. De este modo intentaba "ayudar" a Montse a que distinguiera ambos tipos de decisiones y que sus actos del ámbito profesional le afectaran lo menos posible en la esfera personal.

Podría continuar contando anécdotas de Montse, pues cuatro años de haber trabajado junto a ella dan para mucho, pero no quiero cansar al lector, que puede que no conozca a Montse y, a lo mejor, tampoco el ambiente universitario. He pretendido, aunque no sé si lo he conseguido, trazar una breve semblanza humana de Montse, de la Dra. Montserrat Casas Ametller, de la Rectora de la Universitat de les Illes Balears. Para mí (y creo que para todos los que hemos trabajado con ella) fue una universitaria como la copa de un pino, un ejemplo de integridad, dedicación y de trabajo para nuestra institución. Personalmente, fue un auténtico honor y un placer poder servir a mi universidad junto a ella y siempre le estaré agradecido por haber confiado en mi persona para ser "su" Secretario General" durante cuatro años. Por eso, para mí Montse siempre sera "mi" Rectora.

Descanse en paz la Dra. Monserrat Casas Ametller, Rectora de la Universitat de les Illes Balears, "mi" Rectora.


Después de redactado y publicado este post, mi compañera Marina Vargas, de la UNED, me ha pasado un interesante documento multimedia en el que aparece Montse. Se trata de la grabación que el servicio de recursos audiovisuales de la UNED hizo del acto de Homenaje a las Rectoras de las Universidades Públicas, celebrado en la UNED el 23 de septiembre de 2008. Se trataba de rendir homenaje a las diez mujeres que habían desempeñado el cargo de Rector en una Universidad española. En ese momento solamente había tres mujeres Rectoras y Montse era una de ellas. Como anécdota de ese acto puedo contar que Montse había programado el viaje a Madrid como una estancia de trabajo, permitiendo que la acompañara solamente el responsable del servicio de Protocolo de la UIB, porque consideraba que el resto del equipo debíamos continuar trabajando y no perder nuestro valioso tiempo en actos de homenaje a su persona. Entonces, sin decirle nada (¡menuda la hubiese montado si se llega a enterar!), unos cuantos miembros del Consejo de Dirección decidimos viajar en secreto a Madrid, pues no nos parecía correcto que Montse fuera homenajeada sin ningún miembro de su equipo junto a ella. Así que el día anterior al homenaje varios miembros de su equipo, cinco si la memoria no me falla (entre los que me hallaba yo), volamos a Madrid en diversos vuelos, evitando hacerlo en el suyo y en otros cercanos en el tiempo para no coincidir con ella en los aeropuertos. Por diversos compromisos, un vicerrector se vio obligado a viajar con Montse, para lo que se tuvo que inventar una complicadísima historia con una reunión en Madrid. Una vez allí, decidimos montarle una cena sorpresa en un restaurante en las inmediaciones del hotel en el que se hospedaba. Para ello contamos con la complicidad de nuestro responsable de protocolo, que la acompañada, quien tuvo que echar mano de todo su poder de persuasión para convencer a Montse para ir a cenar a ese restaurante. Cual no sería, efectivamente, la sorpresa de Montse cuando entró en el restaurante y nos vio allí. "¿Qué hacéis aquí en vez de estar trabajando?" nos espetó de entrada al vernos, pero a continuación afloró la vertiente entrañable de Montse y pudimos comprobar que no nos habíamos equivocado: Montse agradeció nuestra compañía y tuvimos una velada entrañable, en la que, como no podía ser de otra manera, también se habló de diversos problemas de la UIB.
En este enlace podéis ver el vídeo del acto completo. Como éste tuvo una duración de dos horas, os recomiendo ir al minuto 1:27:20 en el que el relator del acto, el periodista Iñaki Gabilondo, se refiere a Montse y también cuenta la anécdota a la que acabo de referirme.


"Adiós emocionado" a Montse Casas, publicado por el Profesor Juan A. Gimeno Ullastres, Rector de la UNED, en su blog.

10 comentarios:

  1. Muy bonita semblanza, personal y cerca, Federico

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  2. Muchas gracias.
    Un saludo muy cordial

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  3. Querido Federico: te acompaño en el sentimiento pues sé el afecto que sentías por tu Rectora. Tu semblanza y palabras de recuerdo son buena prueba de ello. Un abrazo, Marina Vargas

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    1. Querida Marina: muchísimas gracias por tus amables y sentidas palabras. Era muy difícil no apreciar a Montse, que siempre tenía un trato muy humano con todo el mundo. En el trato personal, te miraba a los ojos y no le podías decir "no".
      Un abrazo

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  4. Preciosa semblanza, La Dra. Casas fué profesora mía y de mi entonces compañero luego esposo mientras cursabamos físicas la UAB , yo en segundo y ella realizando el Doctorado junto con su futuro marido. He seguido su carrera y he admirado su trayectoria. Ayer sentiíuna tristeza infinita al conocer su fallecimiento. Mi pésame a familiares y amigos.
    Maripaz Álvarez del Castillo y Francisco Calvińo Tavares UAB y UPC

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    1. Os agradezco a los dos vuestro sentido comentario.
      Un abrazo

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  5. Estimado Federico,

    Fue profesora mia en la UIB y que más voy a poder decir que no se haya dicho? una excelente profesional y muy buena persona. Me acuerdo que en practicas, nos decía "y al acabar limpiaos las manos!" entre otras anécdotas, o que siempre la llamábamos "Montse" cariñosamente, incluso después de nombrarla Rectora.

    En fin, que descanse en Paz.

    Victor

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    1. Muchas gracias, Víctor, por tu mensaje, que muestra a la Montse más "humana".
      Un saludo muy cordial

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  6. Querido Federico,
    Has retratado a la misma Montse que yo conocí..., a pesar de que su cargo y sus obligaciones podrían haberla cambiado profundamente (¡otra gente lo ha hecho!). Tuve el honor y la suerte de compartir despacho con Montse en la UAB hacia los años 80 cuando yo empezaba mi tesis y ella la acababa de presentar, después de haberla tenido como profesora y de habernos amanezado varias veces en las clases de laboratorio con sus... "¡que te muerdo!"... lo cual hacía que, inmediatamente, todos nos pusiéramos las pilas y no nos anduviéramos por las ramas, como alguno pretendía. Eso sí... era la profesora más respetada y "amada" por sus alumnos.
    Incluso cuando se ha ido lo ha hecho generosamente, con sus ramos de flores para los jóvenes estudiantes...
    Descanse en paz.

    Carles Domingo UAB

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    1. Querido Carles:
      Me alegra ver que el cargo de Rector, y otros cargos, no cambiaron a Montse. Los hay que se les sube a la cabeza y se vuelven intratables pero ese no fue su caso.
      Un abrazo

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