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miércoles, 1 de enero de 2014

¡Feliz año 2014!


Quiero expresar mis mejores deseos para el nuevo año que hoy iniciamos, que con toda seguridad nos deparará acontecimientos muy interesantes. Creo que la mejor manera de encarar los próximos doce meses es con buen ánimo, y de ahí mi mensaje de optimismo para el nuevo año. Por lo general, nuestras reflexiones personales suelen girar sobre el pasado que fue, que ya no tiene remedio, y sobre lo que acontecerá (el incierto futuro), que normalmente suele acabar por no ser como lo imaginamos. Mientras tanto, nos perdemos el presente, que se convierte en pasado irrepetible sin haberlo podido disfrutar. En definitiva, nos movemos en medio de una estéril reflexión sobre lo que fue o pudo haber sido, que nos lleva a pasar de largo de nuestro presente. Así pues, es preciso olvidarnos de lo que consideramos errores de los últimos doce meses (si no de los últimos doce años) y centrarnos en el acontecer diario de los próximos 365 días. Si no nos quedamos paralizados por los errores cometidos ni por las altas expectativas que no han sido alcanzadas, nos sentiremos libres para intentar lograr lo que nos proponemos. Como dijo el escritor británico Georg Bernard Shaw, "una vida pasada cometiendo errores no es sólo honorable sino que es más útil que una vida pasada sin hacer nada". Hay personas que los fracasos les llevan a abandonar toda acción, mientras que otras jamás se equivocan o fracasan porque nada se proponen y nada hacen. Así que mucho ánimo y a continuar en la brecha... a pesar de los errores, de los fracasos y de las expectativas. Me permito recordar un pequeño fragmento del discurso que Theodore Roosevelt pronunció en La Sorbona en 1910, titulado "The Man in the Arena":
"No es el crítico quien cuenta; ni aquellos que señalan como el hombre fuerte se tambalea, o en qué ocasiones el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece realmente al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo, sudor y sangre; al que se esfuerza valientemente, yerra y da un traspié tras otro pues no hay esfuerzo sin error o fallo; a aquel que realmente se empeña en lograr su cometido; quien conoce grandes entusiasmos, grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso; y que en el peor de los casos, si fracasa, al menos caerá con la frente bien en alto, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni el fracaso."
¡Mucho ánimo para el 2014!, lo que os deseo con la simpática aria "Largo al factótum" de la ópera Il barbiere di Siviglia, de Gioachino Rossini




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