jueves, 25 de diciembre de 2025

¡Feliz Navidad!

 

 ¡Feliz Navidad a los amigos y lectores de Conflictus Legum! Hace unas semanas se presentaba el IX Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en España (2025) de la prestigiosa Fundación FOESSA (el informe puede consultarse aquí], con datos recogidos fundamentalmente, aunque no exclusivamente, en el año 2024. En él se afirma que en 2023 el riesgo de pobreza alcanzó en España al 20,2 por 100 de la población, lo que supone que una de cada cinco personas vive en hogares cuyos ingresos son inferiores al 60 por 100 del ingreso mediano (unos 915 euros mensuales para un hogar unipersonal). Este dato es superior en cuatro puntos al promedio de la UE-27 (16,2 por 100) y está muy por encima del que registran las principales economías europeas. Destaca el notable aumento del porcentaje de personas que sufren pobreza de forma crónica, especialmente desde 2008 (27 por 100), hasta llegar en 2020 casi al 50 por 100 las personas que sufren alguna vez pobreza a lo largo de un periodo de cuatro años. De forma paradójica, en un contexto de crecimiento económico y del empleo, la privación material ha aumentado hasta afectar al 17,2 por 100% de la población, lo que sitúa a España solo por detrás de Grecia, Bulgaria y Rumanía en la Unión Europea.
La pobreza consistente —simultaneidad de baja renta y privación material— afecta al 8 por 100 de la población, constituyendo el núcleo duro de la exclusión social. El solapamiento entre ambas dimensiones se ha intensificado con las crisis: durante la Gran Recesión, la pobreza consistente casi se duplicó, pasando del 5,7% en 2004 al 9,7% en 2014, y aunque desde entonces se mantiene una tendencia decreciente, seguía en el 8% en 2023 (último dato disponible). Antes de 2008, muchas personas con baja renta no sufrían privación material, podían recurrir a ahorros o a redes de apoyo informal. Las sucesivas crisis han erosionado estas redes de seguridad. Ahora, quien tiene baja renta tiene muchas más probabilidades de sufrir también privación.
A lo anterior se añade el problema de la vivienda. En los últimos seis años, la vivienda ha pasado de ser un factor de integración a convertirse en la gran emergencia social para los hogares más vulnerables. En 2024, uno de cada cuatro hogares sufre al menos un problema residencial —de acceso, habitabilidad, seguridad o entorno—, 4 puntos porcentuales más que en 2018. La raíz del problema es la falta de asequibilidad: los precios suben muy por encima de los ingresos de los hogares modestos. Si del presupuesto familiar se descuentan los gastos de vivienda, el 14,1 por 100 de la población cae bajo el umbral de pobreza severa.

Un año más, aprovecho la festividad de Navidad para reflexionar sobre las enormes diferencias sociales existentes. La situación para miles de familias es desesperada, con problemas en el acceso a lo más elemental: la alimentación, sumándose a ello las carencias derivadas de la crisis energética y del acceso a la vivienda. Hay hogares con una constante escasez de alimentos, lo que genera graves problemas de desnutrición que afectan a las personas más débiles, como son los niños y los ancianos. Gracias a la solidaridad de muchas personas y al trabajo desinteresado de los voluntarios, muchas asociaciones y organismos privados están repartiendo diariamente miles de raciones de comida y de productos alimenticios básicos. Son constantes las campañas de los bancos de alimentos en las que se solicita ayuda para que en estas fiestas todos los hogares tengan comida y no se pase hambre.

Hace años que el día de Navidad publico un post en el que explico un sencillo procedimiento de ayuda, que, si bien no resuelve estos problemas, ayuda a paliar los más extremos. Se trata de adquirir en el supermercado de mejor precio que tengamos más próximo productos no perecederos de marcas blancas por valor de unos 20 euros y luego llevarlos a la institución que os merezca más confianza: Caritas, Banco de Alimentos, Cruz Roja,... No repetiré aquí un año más la dinámica de este gesto de solidaridad, sino que me remito al post que publiqué hace un año y que podéis consultar aquí.

Siguiendo con la costumbre de este blog, os dejo un pequeño recuerdo musical. Este año me he decidido por el primer número de la Cantata 5 del Oratorio de Navidad BWV 248/5 de Johann Sebastián Bach, titulado 'Ehre sei dir, Gott, gesungen' (Gloria se cante ti, oh Dios). 



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