Rumbo al Derecho de la navegación marítima automatizada
José Manuel GONZÁLEZ PELLICER, Abogado; Olivia DELAGRANGE, Solicitor Kennedys Marine
Diario La Ley, Nº 9232, Sección Doctrina, 5 de Julio de 2018
Desde hace décadas los buques mercantes vienen sufriendo un imparable proceso de automatización que ha reducido drásticamente el número de tripulantes. Es fácil, por tanto, vislumbrar el objetivo de dicho proceso de automatización náutica, a saber: explotar un buque no tripulado. Objetivo que no será posible alcanzar sin el concurso de la Inteligencia Artificial. Analizamos el impacto de dicha tecnología en el statu quo normativo actual del Derecho de la Navegación Marítima.
La observación de los prototipos de buques autónomos revela diseños aerodinámicos con cubiertas redondeadas, por donde sería imposible caminar a los tripulantes, así como la ausencia de cualquier superestructura destinada a alojar a éstos últimos. El tonelaje se impone, más que nunca, sobre la dotación. Sin embargo, antes de botar esos modernos «buques fantasma», será necesario garantizar que son, como mínimo, tan seguros como los convencionales. Hasta entonces la «toldilla», el «alcázar» o la «cubierta del puente» seguirán siendo algo más que un ornamento de diseño «esqueumórfico» (para que un buque siga pareciéndonos un buque y no una futurista «arca» flotante), porque sin una tripulación de apoyo a bordo del buque los remaches del Derecho clásico de la Navegación Marítima saltarían por los aires. Y es que nuestras normas descansan no en un concepto automatizado sino antropocéntrico de la navegación marítima. Transferir la jefatura de un buque a un sistema operativo de inteligencia artificial, o convertir una nave en un juguete de control remoto, plantea desafíos legales que sólo pueden ser abordados desde una perspectiva internacional. Aunque estos buques pretendan ser una cura para el error humano (primera causa estadística de siniestralidad marítima), lo cierto es que comparten la falibilidad de sus humanos creadores y podrán ser, además, víctimas de ciber-ataques, una amenaza que sin duda acabará entrando en el catálogo legal de «Peligros del Mar» o «Riesgos de la navegación». El camino hacia la legalización de los buques automatizados no será precisamente de baldosas amarillas, pero alumbra un horizonte siempre soñado (y a la vez temido) por los marinos: regresar a tierra. Desde el punto de vista jurídico, advertimos ya que este artículo se adentra en una zona del mapamundi jurídico que los cartógrafos medievales hubieran marcado con la leyenda «Hic Sunt Dracones».
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